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sábado, 17 de marzo de 2018

FACHADAS, ALEROS E IMPOSTAS DE LADRILLO EN SANZOLES

 Calle El Caño



En proceso de desaparición, queremos recordar la rica y apreciable arquitectura de ladrillo que se conserva en las Tierras del Vino y de Toro. Además de la piedra arenisca, con la que se levantaron los edificios más destacados, predominan en la zona las fachadas de ladrillo, representan una parte importante de la mejor arquitectura. En muchos casos se combina con una planta inferior de piedra, reservando la superior, más vistosa, para el ladrillo. Existen infinitas variaciones, a la hora de colocar las sucesivas hiladas de ladrillos, con los matices de corridas, dentadas, arpadas, situándose enrasadas, rehundidas o resaltadas respecto del haz del paramento, pudiendo adquirir las impostas, cornisas… un determinado vuelo mediante la suma creciente de saledizo de hiladas  con los ladrillos en distintas posiciones [1].
 Calle Zamora

Los aleros realizados por la superposición de hiladas a tizón, corridas, dentadas, también a tizón o soga, a serreta o a corriente, a sardinel tumbado o en vertical, rectos o dentellados, arpadas o triscadas, con la combinación de todas estas diferentes posiciones, y la creatividad del maestro de obras, conseguían realizar fachadas ornamentadas  destacadas que manifiestan la importancia de sus ocupantes. 

Observamos impostas que simulan cenefas o triglifos y metopas, paneles de rombos, pero sobre todo destacan las cornisas. El vuelo sucesivo de unas piezas sobre otras para aumentar el saliente del alero, es realizado con originalidad e ingenio, consiguiendo que los livianos tejados se vean más gruesos y pronunciados al frente, rematando la parte superior de la fachada con un ritmo de luces y sombras singular. En los muros y algunos aleros encontramos un trabajo del ladrillo que nos habla de la influencia del arte mudéjar[2].

                    Calle La Mañana

Aunque se recogen solo algunas, las más llamativas, son predominantes entre las construcciones tradicionales, y suponen una muestra más de la riqueza constructiva y arquitectónica que se conserva, así como en otros pueblos limítrofes como Moraleja o Venialbo, que deberíamos apreciar y mantener, incluso repetir cuando proceda, como lo ha hecho el Ayuntamiento de Sanzoles, en el muro de la fuente del Caño,  recientemente reconstruido, y en el que se mantenía bajo los enfoscados una fábrica de ladrillo macizo tradicional de esta tierra. 
Añadimos algunas imágenes de estos trabajos cuidados, realizados casi todos en el siglo XIX, y que manifiestan la riqueza y saber hacer de sus habitantes y maestros. Algunos ejemplos encalados o deteriorados se mantienen incluso sobre muros de barro en perfecto estado a pesar de su edad.
  
                                       Callejón calle El Caño

 Calle La Mañana
Traviesa de c. La Mañana
 Edificios contiguos, traviesa c. La Mañana
Calle La Presa
 Calle La Presa

Carretera de Zamora





Calle de La Mañana

 Ctra Zamora 

Calle La Mañana

Dehesa de Valdemimbre


 El Caño antes de la reconstrucción


                           El Caño actualmente
                            Calle Zamora  



[1] ADELL ARGUILES, José María. Arquitectura de ladrillo del siglo XIX. Técnica y forma. ETSA de Madrid. Fundación Universidad-Empresa, 2ª edición, 1987.

[2] PONGA MAYO, Juan Carlos, y RODRÍGUEZ  RODRÍGUEZ, Mª Araceli. Arquitectura Popular en las Comarcas de Castilla y León. Junta de Castilla y León. Consejería de Cultura y Turismo, Valladolid, 2003.

Fotos del autor.

viernes, 22 de diciembre de 2017

EL POTRO DE SANZOLES


Empleado por los vecinos para poder trabajar atendiendo a algunas operaciones con el ganado, Sanzoles también tenía no uno sino dos potros, el del pueblo, en la proximidad de la Revuelta del Manco, donde actualmente se encuentra la báscula para los cerdos, y el otro en la dehesa de Valdemimbre, junto a la calle principal y uno de los edificios más grandes utilizado en la actualidad como almacén de grano. 
Foto 1. Un joven del pueblo posando en el potro

Aunque sencillos y de aspecto poco robusto, su construcción con maderas recias del entorno, cumplían su función. El de Sanzoles estaba además anclado al terreno con dos fragmentos de vía del tren, hormigonadas en su parte inferior y atornilladas a los palos verticales para fijar con mayor rigidez la zona delantera, donde van las manos de los animales, como llamaban algunos mayores a las extremidades anteriores. Se puede en ambos casos ver el yugo, que sujetaba la cabeza del animal por su nuca, una barra de hierro que fijaba los palos en su extremo superior, y los palos longitudinales, que unían los pies derechos , el inferior era giratorio con un gancho de forja para ser usado como torno llamado rodillo, y levantar al animal por la barriga con las cinchas, suspendiéndolo para evitar que hiciera fuerza con sus pezuñas en el suelo. El uso fundamental era el herraje de las vacas, bueyes y caballerías, burros, mulas o caballos que requerían ser sujetados. También me han contado que era empleado por el veterinario o su mancebo para labores sanitarias, (en Sanzoles lo fue muchos años el Sr. Pablo Amores, también herraba los animales). Aunque nunca tuve la oportunidad de ver un animal dentro, creo que podemos imaginar con algunas otras fotografías su función.




Foto 2. Otra instantánea de una joven que nos permite ver la parte anterior.
Foto 3. Vecinos ante el potro de la dehesa de Valdemimbre. 

Foto 4. No sabemos el lugar, pero podemos ver a dos hombre herrando una vaca, la colocación de la mano y las correas permiten sujetar y perder pie al animal para no hacerle daño.

Foto 5. Un potro de un pueblo de León. Losilla.

La estructura básica de un potro, en todo el territorio nacional, es de cuatro pies derechos, (en esta zona de madera, muy robustos), y otras cuatro barras horizontales, dos a cada lado, siendo la inferior preferentemente giratoria, también denominados apoyamanos por permitir sujetar en una posición alta las extremidades.En zonas donde se dispone de granito, como en Salamanca, los pies derechos eran de piedra, más pesados y robustos. La anterior con un yugo de mejor o peor labra, también tenía nombres como camellón o ublo, y la posterior abierta para introducir al animal. La anchura de los potros es variable, en las zonas donde se herraban grandes bueyes llegan a tener más de un metro de amplitud, la altura también variable, pensada para poder trabajar con caballos y yeguas de gran porte.

Era también un lugar de reunión, de quedada, como se dice ahora, con gran visibilidad de la parte baja del término, Las Contiendas, Las Llaves o el teso del Viso, además de una de las mejores estampas del pueblo desde el lado norte, que no existe en cuanto accedemos a la carretera. Cuando empiezan a aparecer las cámaras fotográficas particulares, son muchos los que se inmortalizan en este artilugio, que con la llegada de los tractores, y la desaparición de los animales de tiro para labores en el campo, dejó de ser necesario, sin mantenimiento y finalmente eliminado del paisaje.


Son muchos los pueblos que en la actualidad han restaurado y mantenido los potros como elementos singulares y representativos de las de las labores tradicionales en el mundo rural como era curar o renovar las herraduras. Han pasado de ser utilitarios a escultóricos, traemos alguna fotografía recogida de la red o tomadas por nosotros, que permitirán a los mayores recordarlo, y a los jóvenes entender mejor este artilugio.

Foto 6. Potro de Palencia de Negrilla, Salamanca, restaurado y colocado en un jardín.

Foto 7. Potro de San Miguel de Valero, Salamanca, destruido y en peligro de desaparición.



Fotografías 1,2, y 4 de la red. Foto 3 cedida por el propietario. Fotos 5,6 y 7 del autor.

Sanzoles  22 de diciembre de 2017


martes, 8 de marzo de 2016

LOS REVOCOS DECORADOS Y ESGRAFIADOS


LAS FACHADAS. ROSTRO DE LOS EDIFICIOS.

 Rua de los Notarios. Zamora.

En las visitas a  las ciudades de Castilla y León y otras muchas de la Península nos encontramos con edificios revocados con decoración trazada en bajo relieve de gran valor decorativo. Muros levantados con materiales no aptos para ser vistos como el tapial, los adobes, las mamposterías o combinaciones diversas de ellos, producto de múltiples obras de reparación, reforma o ampliación, terminan revocados con morteros de cal, y su lento fraguado permite la ejecución de trabajos gráficos que personalizan los muros y enriquecen las calles de los cascos urbanos de las ciudades o municipios. No sólo los edificios de piedra o ladrillo rústico son hermosos y dignos de admiración, éstos otros compiten en belleza, complementan y colaboran en la configuración de los cascos históricos.

Si alguno está interesado en conocer cómo se realizan estos revocos decorativos y esgrafiados dejo un enlace en el que podéis descargar un trabajo reciente sobre estos revestimientos en la ciudad de Salamanca.

Espero que a los curiosos de la construcción les guste.



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Los revocos decorados y esgrafiados: el caso de la ciudad de Salamanca

Título:Los revocos decorados y esgrafiados: el caso de la ciudad de Salamanca
Autor:Puga Oribe, Luis
Resumen: [ES]El trabajo estudia la utilización de los tradicionales revestimientos de mortero en la decoración exterior de las edificaciones de la ciudad de Salamanca. Analiza los materiales, técnicas y motivos y los compara con los desarrollados en otras regiones españolas. Examinando diversas fuentes gráficas, planos y fotografías realiza un breve inventario de los revocos más representativos.
[EN]The paper studies the use of the traditional mortar coverings on the outside decorating of some buildings in the city of Salamanca (Spain). It analyzes the materials, the techniques and he patterns and compares them with those developed in other Spanish regions. By examining several graphical sources, plans and photographs it makes a brief inventory of the most representative ones.
Descripción:Trabajo de Fin de Máster en Estudios avanzados en historia del arte. Curso
URI:http://hdl.handle.net/10366/125842
Fecha:2013-06

lunes, 4 de mayo de 2015

LOS PALOMARES, CONSTRUCCIONES DE GANADERÍA POPULAR.


 Dehesa de Valdemimbre (Sanzoles).
 
 
LOS PALOMARES.

En el paisaje de Sanzoles, como en muchos pueblos de castilla, destacaban entre otras construcciones los palomares.

La cría de palomas es un aprovechamiento ganadero que se inicia en la antigüedad en Grecia y Egipto existiendo multitud de ejemplos de su consumo. Además de recurso alimenticio apreciable con los pichones, aportaba prestigio social a los vecinos que los mantenían. En la Edad Media existe el “derecho de palomar”, reservado solo a algunos.  La paloma  forma parte de la literatura, iconografía, religión, música y tradición oral entre otras muestras de la cultura.
Villafáfila (Zamora).
 

Calzadilla de Mendigos (Salamanca).
 

Se criaban preferentemente en el campo, en las eras, separadas de las casas. Se elegía una zona despejada de árboles porque en ellos se podían apostar los gavilanes búhos u otras aves de rapiña. Debían disponer de agua en la proximidad de fuentes charcas o regatos  pues estos edificios no tenían este suministro, alrededor de la casa con un cercado si era posible para echarles de comer sin que liebres o conejos se lo arrebataran.

 Palomar particular. Valdemimbre.

 Cubierta con entrada y apoyo.

 Muro con columbarios encalados.

 
 Exterior con remates.
 
En la zona de las Lagunas de Villafáfila son característicos los de trazado redondo,  evitando las esquinas para facilitar su limpieza y dificultar la ascensión por las paredes de las alimañas, o los de cuatro aguas con varios planos de tejado con muros de gran altura. A cuatro aguas también se construían en el Campo Charro de Salamanca.  Las sabandijas dañaban mucho los palomares. Culebras, lagartos, ratones, comadrejas, garduños, gatos y otros semejantes. Para evitarlos en el interior se recurría a dobles alturas y nidales elevados del suelo. Por fuera para atraer las palomas destacaba  el edificio en el paisaje, incluyendo elementos singulares llamativos de piedra  o cerámica, elaborado con fragmentos de teja árabe sobre las esquinas para facilitar el reconocimiento del palomar a las aves desde la lejanía. Encalados por dentro para desinfectar y aportarle luz suficiente con las entradas imprescindibles. En estos edificios las palomas se sienten seguras, es un animal muy temeroso. Los huecos para los nidos, hornillas o columbarios, han de ser grandes para que entren las parejas y los pollos.  Se dispondrá de escalera de madera para subir hasta ellos. Las palomas crían preferentemente en los altos porque allí están más seguras.  En raras ocasiones repiten el nidal cada año.
 Interior palomar de la dehesa de Valdemimbre (Sanzoles).

 Trampillas.
 
 Puerta peatonal de entrada.
 
 

Los  muros se levantaban con zócalo de piedra, tapial o adobe, rebozados de barro al interior y exterior. Más modernos o con reparaciones los de ladrillo y revocos de cemento. Las cubiertas de viguería de madera del lugar, chopo, álamo o negrillo, carrizo o ramaje y teja curva árabe. Modernamente tejas mixtas o chapas.

El palomar tendrá al interior vigas atravesadas para asentarse a la sombra cuando hace calor.

Las ventanas sobre el faldón del tejado orientado al sur o al este, con puerta que se pueda cerrar con cuerdas desde el suelo en el invierno, denominadas Lumbreras o entraderos.

Los excrementos, con nombre propio por sus apreciadas propiedades, la palomina, eran empleados preferentemente en huertos. La limpieza de los palomares debería hacerse una vez al mes, al menos tres veces al año. De ella depende la sanidad de las palomas, en especial la prevención contra el piojo.  La palomina se retiraba o extraía a menudo  para evitar la proliferación de enfermedades.

Por su facilidad de acceso se incluyen algunas fotografías de tres palomares de Sanzoles ya sin uso o incluso semiderruidos.

 
 Palomar en Sanzoles.
 
 Detalle remates de esquinas.
 
 Cubierta al sur, sin aves.


Bajo la entrada por la cubierta se han dispuesto  elementos de apoyo para facilitar a acomodación a la luz, un palo o una viga, antes de pasar al nido.

Ambos con muros de tapial, en el más antiguo los nidales están  vaciados en la propia tapia, contrapeados para evitar debilitar en exceso la pared. En el más moderno se ha optado por realizarlos con rasillas y yeso componiendo un enrejado aumentando considerablemente el número de columbarios.

 En la torre de la iglesia se reúnen y duermen multitud de palomas que ensucian el entorno y deterioran las cubiertas.

 Villafáfila (Zamora).
 
Bibliografía:

ALONSO DE HERRERA, Gabriel. Agricultura General.  Madrid 1513 (primer tratado de agricultura en castellano).

 

F. Vindel, "Gabriel Alonso de Herrera y su Libro de Agricultura" en: Artículos bibliológicos, Madrid, 1941.

SOUTO SILVA, Mercedes. Palomares en el sur de Aragón. Las tierras de Jiloca. Centro de Estudios del Jiloca. Teruel .

YANES GARCÍA, J.E.: Palomares tradicionales en tierras de Zamora. Diputación de Zamora, Zamora, 1997.
Fotos del autor.

martes, 1 de julio de 2014

EL BARRO, TAPIAL Y ADOBE. OTRA FORMA DE CONSTRUIR.


BARRO, TAPIAL Y ADOBE, OTRA FORMA DE CONSTRUIR.
En el paisaje de muchos pueblos de Castilla todavía hoy podemos descubrir las paredes de tierra que se levantan delimitando corrales, lagares, palomares, pajares, casas y otras edificaciones.
Este material es empleado de tres modos distintos en esta zona y en particular en Sanzoles.
Los tapiales, paramentos de tierra amasada con tierra, arcilla y arena, incluso cantos rodados,  convenientemente compactada en el interior de un encofrado de madera.
Con unas dimensiones aproximadas 2,50m de largo y 80cm de altura, las puertas (denominadas así por su forma y aspecto) los costales, en número de tres por cada puerta (situados a los costados del muro), las agujas, piezas que atraviesan el muro arriostrando una puerta con la otra manteniendo el grueso establecido, con diferentes tamaños ojales o muescas para poder variar el espesor de la pared, en función de su destino, estrechándola a medida que subimos de altura o planta. Se denominaban así probablemente por su efecto de coser los tableros al muro y su forma al exterior de cabeza de aguja metálica. Por último el tórtolo o torniquete, situado en la parte alta de los costales, cuerda trenzada en forma de lazo que une las dos cabezas de los costales y se aprieta mediante una pieza de madera que retorcida en el centro aproxima  las puertas lo necesario por mediación de los costales,  para que permanezcan verticales y equidistantes. El elemento de madera del torniquete se atraviesa y se sujeta a los lados para evitar que se afloje.  Las tres agujas inferiores sirven para el apoyo de las puertas y aseguran los costales.
En la parte superior se colocan otras tres que hacen de separadores para evitar que el encofrado se cierren hasta que esté lleno y seco, y servirán para el apoyo de las puertas en el siguiente nivel.  Cada tapial se coloca contrapeado matando la junta de los dos inferiores, configurando grandes bloques de barro trabados. Las esquinas casi siempre son de piedra, ladrillo o adobes, en raras ocasiones de tapial, por la difucultad que entrañan.


El arranque del muro se debe hacer sobre un zócalo de piedra. Además de una pequeña caja en el terreno para empotrar y asegurar algunas piedras jarreñas, se levanta, con el espesor del futuro muro de barro, un zócalo de 50 a 80cm de piedra en mampuestos bien trabada y acuñada con querencia hacia el interior de la edificación. Sobre este murete se coloca los primeros encofrados.
El barro muy amasado con agua hasta conseguir una consistencia uniforme y dócil, se vierte en tongadas de entre 15 y 30cm bien extendido, evitando cualquier defecto de relleno, además se compacta con el pisón para conseguir una masa homogénea y de aspecto uniforme, lo que le confiere resistencia y mayor durabilidad. Los pisones eran con forma afilada o de cuña, para hacer penetrar el barro en las zonas inferiores, y cilíndricos o troncocónicos para compactar una capa regular, todos con un mango de 120 a 150cm que permite levantarlo y dejarlo caer con precisión al operario desde la posición erguida.

Amayuelas de Abajo. Palencia. Encofrado actual para el tapial.

Cuando el encofrado se elimina a los pocos días, se sacan las agujas inferiores para poderlas reutilizar en la siguiente tramada. Las colocadas de separadores en la parte supuerior ahora serán las inferiores de nuevo nivel. Los huecos producidos se emplean para apoyar los andamios de palos sobre los que trabajan los operarios y finalmente, antes de aplicar el acabado de la pared, se tapan. 


Tapia en Sanzoles.

El acabado superior de todo tapial siempre tiene que ser impermeable, garantizando que el agua de lluvia no pueda alcanzar la tapia terminada, la reblandezca y desmorone.
En el paramento, además de revestido de barro, también se empleaba en mortero de cal y arena, em ambos casos, cuando existen oquedades fuertes se colocan tejones, fragmentos de teja o incluso ladrillo para reducir el espesor del mortero o barro que si supera los dos centímetros se resquebraja y despega del soporte al poco tiempo.


Pared de lagar con zócalo de mampuesto, esquinas bajas de sillería y altas de ladrillo y muro de tapial.
En Sanzoles, y otras localidades próximas se remataban las edificaciones con una cubierta volada sobre las paredes, y en las tapias con la albarda. De ésta procede el término utilizado muy comúnmente hoy de albardilla. La albarda se realizaba, en zona de viñas, con varas de vides que duplicaban el ancho de la pared (si la pared era de 40cm, las varas de 80cm) volando hacia ambos lados. Sobre estas vides ligeramente curvadas hacia abajo se formaba un lomo de perro o remate curvado con barro fuerte y piedra que impedía que la albarda se moviera.


Quedan todavía algunas calles en las que todas sus paredes son de barro presentando una riqueza de texturas que integra los edificios con el color terroso, esta tapia ha perdido su albarda y se deshace.
Ésta permitía que el agua de lluvia escurriera por las varas hacia el exterior y cayera al suelo lejos del muro, manteniendo la pared lo más seca posible. La zona baja, más salpicada resistía gracias a su construcción de piedra.
La albarda también la he visto construida con ramas de encina, al tratarse de leña, los inviernos pudrían las varas y con pequeños roces o por las inclemencias las albardas se demolían. Los varizos de encina son más longevos.  Era necesario recomponerlas en la primavera, de lo contrario empezaba a deshacerse el tapial.  La teja, configurando un tejadillo, generalmente a dos aguas también evita el deterioro, por los mismos motivos requere reparación, en la foto vemos una zona en buen estado que cumple su función y otra deteriorada que ha dejado de resguardar el muro.    Algunas tapias se dejaban con la huella del encofrado vista pero la mayoría se revestían con un enlucido de barro al tapar los huecos de las agujas, denominado trullado, embadurnado de barro con paja aplicado con paleta para conferir una textura uniforme de color y textura, muy agradable a la vista que revestía incluso el zócalo de mampuestos unificando el conjunto.
Pared de un pie de espesor de adobes revocada.
En las construcciones más cuidadas el tapial se marcaba con berdugadas de ladrillo, hiladas de uno a tres ladrillos.


 Los adobes, piezas prismáticas a modo de ladrillos de tierra cruda a los que se añadía paja trillada para darle mayor resistencia. Se realizaban con un molde de pequeño tamaño denominado gradilla o mecal. En Sanzoles el  término más empleado era gradilla. En casi todas las casas, en los desvanes existía un molde para realizar adobes. A pesar del interés de algunos estudiosos por unificar su tamaño, podemos ver diferentes formatos. Si el tamaño del adobe es mayor se aguanta más a levantar las paredes pero su peso es muy superior y un adobe debe ser manipulado con una sola mano para dejar la otra libre para extender el barro.

Gradilla de forja para dos adobes , la mayor parte de ellas eran de madera.

Si es muy pequeño es más débil, en la manipulación desde la recogida seco en la era, hasta su colocación recibe multitud de golpes y puede romperse. Se recogía barro de un terreno arcilloso o del “barrero” que existía en casi todos los pueblos, también en Sanzoles. Se amasaba bien y mucho el barro para conseguir una pasta uniforme en su conjunto, se vertía en la era sobre la gradilla, se apretaba a mano llenando bien el molde, se enrasaba y se retiraba, untado con arena para evitar que el barro se pegue.  La elaboración de adobes era un trabajo muy común que requería mucha mano de obra todos los años.

Pared de adobes y apoyo de viga de carga con su remate de cubierta en ladrillo.
Los adobes se empleaban preferentemente para completar los tapiales, recrecidos de paredes, reformas y reparaciones, estos trabajos siempre eran necesarios para el mantenimiento y la adaptación a las necesidades del campo. Incluso se construían cochiqueras de tapial. El cemento no se empezó a utilizar en esta comarca hasta bien entrados los años 50.
Los adobes se asentaban con barro y se repellaban con el mismo material unificando el acabado y aspecto con los tapiales.  Sobre estos revestimientos se aplicaba también encalados. El encalado añadía una mayor protección contra el agua a los muros. Las paredes de gran altura no estaban suficientemente protegidas con los aleros o las albardas y en las zonas bajas se mojaban y reblandecían desmoronándose. En las reparaciones era muy común, además de tapar con barro los desconchones o descarnados, encalar la pared para impermeabilizarla. Este trabajo también requería mantenimiento.
Haciendo adobes en Amayuelas. Palencia.
He visto hacer adobes pero nunca pude ver levantar un tapial en Sanzoles.  Se trata de una técnica de construcción milenaria, existe tapial y adobes desde los países más alejados de África hasta los situados al norte de Europa.
Ilustración antigua de la India donde vemos los útiles y el sistema semejante al actual.
Material disponible, de distintas características pero accesible y reutilizable. Muy ecológico. La energía necesaria para su manipulación y puesta en obra es la que aporta la mano del hombre. Las paredes de barro acumulan el calor durante los días cálidos del verano y lo desprenden con la frescura de la noche actuando de regulador de temperatura de forma efectiva. En invierno aporta calor a las casas habitadas en los días más crudos.
Los revocos de barro.  Protegen los muros de tapial o adobe, le dan uniformidad en textura y color.

Pared de tapial, revocada de barro en buen estado gracias al alero.

Junto con la piedra arenisca, ya tratada, el barro con sus variantes, supone el material más empleado en la construcción popular y en particular en Sanzoles, su comarca y otras limítrofes como la Tierra de Campos y gran parte de Castilla y León. 

Pared de tapial revestida de barro reparada recientemente con mortero de cemento.

 Aporto unas muestras que se mantienen a pesar de su abandono. Hasta hace pocos años algunos ancianos reparaban puntualmente sus casas haciendo un poco de barro.  Sin mantenimiento sorprende como aguantan el paso de los años. Muchos muros son centenarios pero mientras se mantengan a plomo y cubiertos perdurarán más que nosotros.

Esquina redondeada para proteger el muro facilitando las maniobras en calles estrechas.

Cuando tras un invierno húmedo vemos alguna pared inclinarse por haberse reblandecido su base podemos predecir que son pocos ya los que le quedan para volver a ser tierra. Por cierto estos escombros en un pueblo no requieren “gestión de residuos”, dicen los viejos que esta tierra que ha permanecido infértil muchos años es la mejor para  añadir  a los huertos.
El interior de las viviendas también se revocaba con barro y se encalaba de suelo a techo. Vemos el interior de una vivienda derribada y las paredes revestidas.

Los pocos muros que permanecen en pié le aportan el color de siempre estos pueblos, integrándo las edificaciones con la tierra, suavizando las aristas, redondeando los volúmenes que envuelve, colaborando con el paisaje.

Para no hacer más extensa la entrada, a los interesados les recomiendo la lectura de " ARTE DE ALBAÑILERÍA" O INSTRUCCIONES PARA LOS JÓVENES QUE SE DEDIQUE A ÉL" de Juan de Villanueva.  Con láminas muy ilustrativas.
Fotos propias y de Amayuelas.