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martes, 15 de mayo de 2018


TEJA PAJARERA, REMATE DE TEJADO


Paseando por nuestras calles, y especialmente en los pueblos, podemos ver en los extremos de los tejados, ya se trate de a dos aguas, a tres o a cuatro, que en los extremos del caballete, o fila maciza de teja que cierra los faldones en su parte alta, hay una pieza de teja singular, de diferentes formas, que remata el vértice y personaliza, adorna e identifica a su autor a modo de firma.

Preguntando a muchos de los albañiles de mayor edad, todos coinciden en apreciar que es una manera de terminar el tejado, como autor, por parte del oficial que lo ejecuta, de una forma visible desde el suelo.  Así, cada alarife tiende a hacer una figura distinta, algunos parecidos, imitando el realizado por sus ascendientes, y otros muy distintos para distinguir, con cariño, y cierta elegancia, el tejado,  como lo haría una flor en la pamela, o  una pluma en un sombrero   de una mujer u hombre.




Casi siempre realizados con fragmentos de la propia teja  árabe, cortada con tenaza o alicate, o en la actualidad con máquina radial eléctrica, permitiendo ésta mayor virtuosismo y complejidad en sus formas. La más común es un fragmento de teja  insertado en el mortero que hace macizo el extremo de la pieza del caballete, apretando el mortero, reduciendo la posibilidad de que se fisure, ocultando el color pajizo o gris del mortero que destaca en exceso en el conjunto de la cubierta. Curvada hacia arriba, permite que las aves se posen sobre ellas. Pájaros comunes en estos entornos, gorriones, pardales, palomas, tordos, aviones, incluso las cada día más escasas golondrinas, conformando escenas de gran fotogenia.

Otras formas menos comunes pero también abundantes son la lengua de serpiente. El fragmento de teja se divide en su extremo exterior como lo hace el de una serpiente bífida. Otro remate está formado por dos fragmentos semejantes de teja unidos por su zona cóncava, generando un óvalo apuntado, elevado su extremo exterior simulando un ave o medio corazón.  Más complejos se construyen remates con dos tejas contrapuestas generando un hueco entre ellas, visible desde la calle, desde donde sale la lengua de la serpiente, cortando los lados de la teja superior simulando sus ojos. Este remate nos recuerda las figuras de animales de los tejados chinos.


Formas más complejas como torres a modo de castillo de naipes son ejecutadas sobre la cumbrera, estilizando su aspecto. Pero si queremos remontarnos a la antigüedad tenemos que recordar las antefijas de los templos clásicos griegos y romanos, que adornaban los aleros y hastiales, incluso las acróteras, pedestal que permitía colocar estatuas, ambos para ornamental y realzar las cubiertas, y con ellas los bellos templos. 

Sirva este comentario para elogiar el cuidado, cariño y gusto que estos albañiles ponen en estos remates y que manifiestan con ellos el concedido a toda la cubierta.
Añado algunas de las piezas de remate diseñadas en las últimas décadas y que sustituyen a estos artesanales, delicados y artísticos remates.
 






Fotografías del autor, la red, y de catálogos de fabricantes. Mazarrón. La Oliva y Jorge Fernández.