LOS PALOMARES.
En el paisaje de Sanzoles, como en muchos pueblos de
castilla, destacaban entre otras construcciones los palomares.
La cría de palomas es un aprovechamiento ganadero que se
inicia en la antigüedad en Grecia y Egipto existiendo multitud de ejemplos de su consumo. Además de recurso
alimenticio apreciable con los pichones, aportaba prestigio social a los
vecinos que los mantenían. En la Edad Media existe el “derecho de palomar”, reservado
solo a algunos. La paloma forma parte de la literatura, iconografía,
religión, música y tradición oral entre otras muestras de la cultura.
Se criaban preferentemente en el campo, en las eras,
separadas de las casas. Se elegía una zona despejada de árboles porque en ellos
se podían apostar los gavilanes búhos u otras aves de rapiña. Debían disponer
de agua en la proximidad de fuentes charcas o regatos pues estos edificios no tenían este suministro,
alrededor de la casa con un cercado si era posible para echarles de comer sin
que liebres o conejos se lo arrebataran.
En la zona de las Lagunas de Villafáfila son característicos
los de trazado redondo, evitando las
esquinas para facilitar su limpieza y dificultar la ascensión por las paredes
de las alimañas, o los de cuatro aguas con varios planos de tejado con muros de
gran altura. A cuatro aguas también se construían en el Campo Charro de
Salamanca. Las sabandijas dañaban mucho
los palomares. Culebras, lagartos, ratones, comadrejas, garduños, gatos y otros
semejantes. Para evitarlos en el interior se recurría a dobles alturas y
nidales elevados del suelo. Por fuera para atraer las palomas destacaba el edificio en el paisaje, incluyendo elementos
singulares llamativos de piedra o
cerámica, elaborado con fragmentos de teja árabe sobre las esquinas para
facilitar el reconocimiento del palomar a las aves desde la lejanía. Encalados
por dentro para desinfectar y aportarle luz suficiente con las entradas imprescindibles.
En estos edificios las palomas se sienten seguras, es un animal muy temeroso.
Los huecos para los nidos, hornillas o columbarios, han de ser grandes para que
entren las parejas y los pollos. Se
dispondrá de escalera de madera para subir hasta ellos. Las palomas crían
preferentemente en los altos porque allí están más seguras. En raras ocasiones repiten el nidal cada año.
Los muros se
levantaban con zócalo de piedra, tapial o adobe, rebozados de barro al interior
y exterior. Más modernos o con reparaciones los de ladrillo y revocos de
cemento. Las cubiertas de viguería de madera del lugar, chopo, álamo o
negrillo, carrizo o ramaje y teja curva árabe. Modernamente tejas mixtas o
chapas.
El palomar tendrá al interior vigas atravesadas para
asentarse a la sombra cuando hace calor.
Las ventanas sobre el faldón del tejado orientado al sur o
al este, con puerta que se pueda cerrar con cuerdas desde el suelo en el
invierno, denominadas Lumbreras o entraderos.
Los excrementos, con nombre propio por sus apreciadas
propiedades, la palomina, eran empleados preferentemente en huertos. La limpieza
de los palomares debería hacerse una vez al mes, al menos tres veces al año. De
ella depende la sanidad de las palomas, en especial la prevención contra el piojo.
La palomina se retiraba o extraía a
menudo para evitar la proliferación de enfermedades.
Por su facilidad de acceso se incluyen algunas fotografías
de tres palomares de Sanzoles ya sin uso o incluso semiderruidos.
Bajo la entrada por la cubierta se han dispuesto elementos de apoyo para facilitar a
acomodación a la luz, un palo o una viga, antes de pasar al nido.
Ambos con muros de tapial, en el más antiguo los nidales
están vaciados en la propia tapia,
contrapeados para evitar debilitar en exceso la pared. En el más moderno se ha
optado por realizarlos con rasillas y yeso componiendo un enrejado aumentando
considerablemente el número de columbarios.
En la torre de la iglesia se reúnen y duermen multitud de palomas que ensucian el entorno y deterioran las cubiertas.
Bibliografía:
ALONSO DE HERRERA, Gabriel. Agricultura General. Madrid 1513 (primer tratado de agricultura en
castellano).
F. Vindel, "Gabriel Alonso de Herrera y su Libro de
Agricultura" en: Artículos bibliológicos, Madrid, 1941.
SOUTO SILVA, Mercedes. Palomares
en el sur de Aragón. Las tierras de Jiloca. Centro de Estudios del Jiloca.
Teruel .
YANES GARCÍA, J.E.: Palomares tradicionales en tierras de
Zamora. Diputación de Zamora,
Zamora, 1997.
Fotos del autor.
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