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martes, 1 de julio de 2014

EL BARRO, TAPIAL Y ADOBE. OTRA FORMA DE CONSTRUIR.


BARRO, TAPIAL Y ADOBE, OTRA FORMA DE CONSTRUIR.
En el paisaje de muchos pueblos de Castilla todavía hoy podemos descubrir las paredes de tierra que se levantan delimitando corrales, lagares, palomares, pajares, casas y otras edificaciones.
Este material es empleado de tres modos distintos en esta zona y en particular en Sanzoles.
Los tapiales, paramentos de tierra amasada con tierra, arcilla y arena, incluso cantos rodados,  convenientemente compactada en el interior de un encofrado de madera.
Con unas dimensiones aproximadas 2,50m de largo y 80cm de altura, las puertas (denominadas así por su forma y aspecto) los costales, en número de tres por cada puerta (situados a los costados del muro), las agujas, piezas que atraviesan el muro arriostrando una puerta con la otra manteniendo el grueso establecido, con diferentes tamaños ojales o muescas para poder variar el espesor de la pared, en función de su destino, estrechándola a medida que subimos de altura o planta. Se denominaban así probablemente por su efecto de coser los tableros al muro y su forma al exterior de cabeza de aguja metálica. Por último el tórtolo o torniquete, situado en la parte alta de los costales, cuerda trenzada en forma de lazo que une las dos cabezas de los costales y se aprieta mediante una pieza de madera que retorcida en el centro aproxima  las puertas lo necesario por mediación de los costales,  para que permanezcan verticales y equidistantes. El elemento de madera del torniquete se atraviesa y se sujeta a los lados para evitar que se afloje.  Las tres agujas inferiores sirven para el apoyo de las puertas y aseguran los costales.
En la parte superior se colocan otras tres que hacen de separadores para evitar que el encofrado se cierren hasta que esté lleno y seco, y servirán para el apoyo de las puertas en el siguiente nivel.  Cada tapial se coloca contrapeado matando la junta de los dos inferiores, configurando grandes bloques de barro trabados. Las esquinas casi siempre son de piedra, ladrillo o adobes, en raras ocasiones de tapial, por la difucultad que entrañan.


El arranque del muro se debe hacer sobre un zócalo de piedra. Además de una pequeña caja en el terreno para empotrar y asegurar algunas piedras jarreñas, se levanta, con el espesor del futuro muro de barro, un zócalo de 50 a 80cm de piedra en mampuestos bien trabada y acuñada con querencia hacia el interior de la edificación. Sobre este murete se coloca los primeros encofrados.
El barro muy amasado con agua hasta conseguir una consistencia uniforme y dócil, se vierte en tongadas de entre 15 y 30cm bien extendido, evitando cualquier defecto de relleno, además se compacta con el pisón para conseguir una masa homogénea y de aspecto uniforme, lo que le confiere resistencia y mayor durabilidad. Los pisones eran con forma afilada o de cuña, para hacer penetrar el barro en las zonas inferiores, y cilíndricos o troncocónicos para compactar una capa regular, todos con un mango de 120 a 150cm que permite levantarlo y dejarlo caer con precisión al operario desde la posición erguida.

Amayuelas de Abajo. Palencia. Encofrado actual para el tapial.

Cuando el encofrado se elimina a los pocos días, se sacan las agujas inferiores para poderlas reutilizar en la siguiente tramada. Las colocadas de separadores en la parte supuerior ahora serán las inferiores de nuevo nivel. Los huecos producidos se emplean para apoyar los andamios de palos sobre los que trabajan los operarios y finalmente, antes de aplicar el acabado de la pared, se tapan. 


Tapia en Sanzoles.

El acabado superior de todo tapial siempre tiene que ser impermeable, garantizando que el agua de lluvia no pueda alcanzar la tapia terminada, la reblandezca y desmorone.
En el paramento, además de revestido de barro, también se empleaba en mortero de cal y arena, em ambos casos, cuando existen oquedades fuertes se colocan tejones, fragmentos de teja o incluso ladrillo para reducir el espesor del mortero o barro que si supera los dos centímetros se resquebraja y despega del soporte al poco tiempo.


Pared de lagar con zócalo de mampuesto, esquinas bajas de sillería y altas de ladrillo y muro de tapial.
En Sanzoles, y otras localidades próximas se remataban las edificaciones con una cubierta volada sobre las paredes, y en las tapias con la albarda. De ésta procede el término utilizado muy comúnmente hoy de albardilla. La albarda se realizaba, en zona de viñas, con varas de vides que duplicaban el ancho de la pared (si la pared era de 40cm, las varas de 80cm) volando hacia ambos lados. Sobre estas vides ligeramente curvadas hacia abajo se formaba un lomo de perro o remate curvado con barro fuerte y piedra que impedía que la albarda se moviera.


Quedan todavía algunas calles en las que todas sus paredes son de barro presentando una riqueza de texturas que integra los edificios con el color terroso, esta tapia ha perdido su albarda y se deshace.
Ésta permitía que el agua de lluvia escurriera por las varas hacia el exterior y cayera al suelo lejos del muro, manteniendo la pared lo más seca posible. La zona baja, más salpicada resistía gracias a su construcción de piedra.
La albarda también la he visto construida con ramas de encina, al tratarse de leña, los inviernos pudrían las varas y con pequeños roces o por las inclemencias las albardas se demolían. Los varizos de encina son más longevos.  Era necesario recomponerlas en la primavera, de lo contrario empezaba a deshacerse el tapial.  La teja, configurando un tejadillo, generalmente a dos aguas también evita el deterioro, por los mismos motivos requere reparación, en la foto vemos una zona en buen estado que cumple su función y otra deteriorada que ha dejado de resguardar el muro.    Algunas tapias se dejaban con la huella del encofrado vista pero la mayoría se revestían con un enlucido de barro al tapar los huecos de las agujas, denominado trullado, embadurnado de barro con paja aplicado con paleta para conferir una textura uniforme de color y textura, muy agradable a la vista que revestía incluso el zócalo de mampuestos unificando el conjunto.
Pared de un pie de espesor de adobes revocada.
En las construcciones más cuidadas el tapial se marcaba con berdugadas de ladrillo, hiladas de uno a tres ladrillos.


 Los adobes, piezas prismáticas a modo de ladrillos de tierra cruda a los que se añadía paja trillada para darle mayor resistencia. Se realizaban con un molde de pequeño tamaño denominado gradilla o mecal. En Sanzoles el  término más empleado era gradilla. En casi todas las casas, en los desvanes existía un molde para realizar adobes. A pesar del interés de algunos estudiosos por unificar su tamaño, podemos ver diferentes formatos. Si el tamaño del adobe es mayor se aguanta más a levantar las paredes pero su peso es muy superior y un adobe debe ser manipulado con una sola mano para dejar la otra libre para extender el barro.

Gradilla de forja para dos adobes , la mayor parte de ellas eran de madera.

Si es muy pequeño es más débil, en la manipulación desde la recogida seco en la era, hasta su colocación recibe multitud de golpes y puede romperse. Se recogía barro de un terreno arcilloso o del “barrero” que existía en casi todos los pueblos, también en Sanzoles. Se amasaba bien y mucho el barro para conseguir una pasta uniforme en su conjunto, se vertía en la era sobre la gradilla, se apretaba a mano llenando bien el molde, se enrasaba y se retiraba, untado con arena para evitar que el barro se pegue.  La elaboración de adobes era un trabajo muy común que requería mucha mano de obra todos los años.

Pared de adobes y apoyo de viga de carga con su remate de cubierta en ladrillo.
Los adobes se empleaban preferentemente para completar los tapiales, recrecidos de paredes, reformas y reparaciones, estos trabajos siempre eran necesarios para el mantenimiento y la adaptación a las necesidades del campo. Incluso se construían cochiqueras de tapial. El cemento no se empezó a utilizar en esta comarca hasta bien entrados los años 50.
Los adobes se asentaban con barro y se repellaban con el mismo material unificando el acabado y aspecto con los tapiales.  Sobre estos revestimientos se aplicaba también encalados. El encalado añadía una mayor protección contra el agua a los muros. Las paredes de gran altura no estaban suficientemente protegidas con los aleros o las albardas y en las zonas bajas se mojaban y reblandecían desmoronándose. En las reparaciones era muy común, además de tapar con barro los desconchones o descarnados, encalar la pared para impermeabilizarla. Este trabajo también requería mantenimiento.
Haciendo adobes en Amayuelas. Palencia.
He visto hacer adobes pero nunca pude ver levantar un tapial en Sanzoles.  Se trata de una técnica de construcción milenaria, existe tapial y adobes desde los países más alejados de África hasta los situados al norte de Europa.
Ilustración antigua de la India donde vemos los útiles y el sistema semejante al actual.
Material disponible, de distintas características pero accesible y reutilizable. Muy ecológico. La energía necesaria para su manipulación y puesta en obra es la que aporta la mano del hombre. Las paredes de barro acumulan el calor durante los días cálidos del verano y lo desprenden con la frescura de la noche actuando de regulador de temperatura de forma efectiva. En invierno aporta calor a las casas habitadas en los días más crudos.
Los revocos de barro.  Protegen los muros de tapial o adobe, le dan uniformidad en textura y color.

Pared de tapial, revocada de barro en buen estado gracias al alero.

Junto con la piedra arenisca, ya tratada, el barro con sus variantes, supone el material más empleado en la construcción popular y en particular en Sanzoles, su comarca y otras limítrofes como la Tierra de Campos y gran parte de Castilla y León. 

Pared de tapial revestida de barro reparada recientemente con mortero de cemento.

 Aporto unas muestras que se mantienen a pesar de su abandono. Hasta hace pocos años algunos ancianos reparaban puntualmente sus casas haciendo un poco de barro.  Sin mantenimiento sorprende como aguantan el paso de los años. Muchos muros son centenarios pero mientras se mantengan a plomo y cubiertos perdurarán más que nosotros.

Esquina redondeada para proteger el muro facilitando las maniobras en calles estrechas.

Cuando tras un invierno húmedo vemos alguna pared inclinarse por haberse reblandecido su base podemos predecir que son pocos ya los que le quedan para volver a ser tierra. Por cierto estos escombros en un pueblo no requieren “gestión de residuos”, dicen los viejos que esta tierra que ha permanecido infértil muchos años es la mejor para  añadir  a los huertos.
El interior de las viviendas también se revocaba con barro y se encalaba de suelo a techo. Vemos el interior de una vivienda derribada y las paredes revestidas.

Los pocos muros que permanecen en pié le aportan el color de siempre estos pueblos, integrándo las edificaciones con la tierra, suavizando las aristas, redondeando los volúmenes que envuelve, colaborando con el paisaje.

Para no hacer más extensa la entrada, a los interesados les recomiendo la lectura de " ARTE DE ALBAÑILERÍA" O INSTRUCCIONES PARA LOS JÓVENES QUE SE DEDIQUE A ÉL" de Juan de Villanueva.  Con láminas muy ilustrativas.
Fotos propias y de Amayuelas.